La verdad es que nos dejó un sabor agridulce. EL espectáculo de luces y de audio lució francamente impresionante. No así el contenido que considero que nos quedó a deber y con una visión (del gobierno federal) como que tendenciosa e incompleta.
Como fuimos el penúltimo día de la presentación del espectáculo, el zócalo capitalino lucía con un lleno importante a la hora que arribamos, alrededor de las 8 PM. Mi amigo Jorge Pedro de Twitter me dijo que nos colocásemos lo más cercano posible al Asta Bandera y así lo hicimos como pudimos, ya que la gente ya estaba apostada a los alrededores.
Considero que nuestra posición fue privilegiada, y pudimos observar el espectáculo en todos sus ángulos, aunque considero que en cualquier parte que uno se colocase en la Plaza de la Constitución, pudo tener una buena panorámica del espectáculo.
A pesar de que el espectáculo de luces como tal, así como el audio lucieron impresionantes esa noche en el Zócalo, el "pero" estuvo en el contenido. Ensalsando folcklóricamente (como siempre) nuestro pasado indígena. Nos encanta mostrarlo como una curiosidad vendible, aunque nos avergüenzan los dialectos, las costumbres, los vestidos, y la miseria indígena.
Por otra parte, como siempre, la parte del Virreinato, donde comienza a forjarse verdaderamente el nacionalismo mexicano, la idea de una nacionalidad a partir de nuestro territorio y su gente, pasó como un suspiro y creo que no se le dio la importancia que tuvo, que deberíamos darle. En fin.
Una parte que me pareció bastante incorrecta, fue la presentación de la masacre de 1968 en Tlatelolco, como algo bastante relativo y acompañado de una alegre comparsa a go-go.
A veces me ronda la idea que el padre de la patria bien pudo haber sido Hernán Cortés. ¿Y por qué no?
En fin. A pesar de un contenido con fallas, me parece que hubiese sido un error el habérmelo perdido. Espero que ustedes, lectores de ese blog, puedan darse una idea de lo que este espectáculo trató.